Las piezas que forman parte de la exposición escultórica “El lenguaje del barro”, está desprendida ya de tutelajes que muestran la vocación de alfarera de Gómez Cantarell, la herencia de su oficio es la repetición de la forma, la creación del objeto, la expansión de la idea. En la búsqueda tenaz, encuentra símbolos y contempla el nacimiento de vínculos extraños entre la realidad y la fantasía. La exposición es una representación simbólica donde los pies son los protagonistas, reflejo de la necesidad de expresar la vida cotidiana del país. De ellos derivan ciertos códigos: círculos, grietas, puntos, texturas; de ellos, también, cuelgan listones evocando recuerdos, libertad, los dolientes desplazamientos que hoy contemplamos en México.