José Carlo González. Aguascalientes, 1973. Es fotógrafo del periódico La Jornada de la Ciudad de México desde 1997. Del 2013 a la fecha se ha desempeñado como editor gráfico en la página web de este medio. Estudió la licenciatura de Comunicación y Periodismo en la ahora Facultad de Estudios Superiores, plantel Aragón de la Universidad Nacional Autónoma de México de 1993 a 1997.

 

Entre otros reconocimientos a su trabajo le otorgaron el primer lugar en la categoría reportaje de la Tercera Bienal de Fotoperiodismo Mexicano en 1998; el primer lugar en el XXIII Concurso de Fotografía Antropológica de la ENAH 2003; primer lugar Concurso Nacional de fotografía en Derechos Humanos de la CNDH 2006; tercer lugar en el XXVIII Concurso de Fotografía Antropológica de la ENAH 2009; finalista del tercer concurso de fotografía de National Geographic Luces de América 2006, entre otros.

 

Ha participado en diferentes exposiciones individuales y colectivas: La mirada de 45 fotógrafos mexicanos, en el Museo de Arte de Guangdong, China en 2007; proyección del proyecto del segundo piso del Periférico en las veladas audiovisuales del Noveno Encuentro Internacional de Fotoperiodismo en la Ciudad de Gijón en 2005.

 

Fue uno de los organizadores del proyecto Expofotoperiodismo colectivo de fotógrafos de prensa encargados de organizar exposiciones colectivas en diversos espacios públicos y museos de la Ciudad de México y algunos estados de la República Mexicana.

 

Sus imágenes se han publicado en las revistas New Yorker y Match Du Mondo, del París Match, así como en los libros: 160 Años de fotografía en México, (Océano, México 2005); Unequal Schools, editado por David Rockefeller Center y diversas publicaciones de La Jornada

 

El culto al Niño Fidencio

 

Miles de fieles del Niño Fidencio acuden a Espinazo, Nuevo León, en busca de una cura milagrosa a sus dolores y enfermedades. José Fidencio Constantino Síntora, mejor conocido como El Niño Fidencio, fue un curandero de principios del siglo pasado a quien se le atribuyen sanaciones con métodos poco ortodoxos, el más popular era meter a los enfermos a el charquito, una hondonada con agua lodosa.

Versiones periodísticas cuentan que Fidencio tenía conocimientos de herbolaria, “atendía casos de cáncer, lepra, cataratas, ceguera, y recibía por igual a paralíticos, mudos y enfermos de la piel”. Se valía de lo que tuviera a la mano, desde subir a los pacientes a un columpio hasta realizar operaciones con vidrios. 

En la actualidad es venerado por la Iglesia Fidencista Cristiana, aunque la Iglesia católica no le reconoce como santo. Su culto se ha extendido por gran parte del norte del país y el sur de Estados Unidos. 

Fidencio murió el 19 octubre de 1938, charlatanería o no, a la fecha el mito sigue vigente a través de “las cajitas” o “materias”, personajes que aseguran que a través de ellos se manifiestan los poderes curativos y quienes son los que se dedican a tratar a las miles de personas que llegan, principalmente en marzo y octubre de cada año, a este pequeño poblado ubicado en el semidesierto, a 120 kilómetros de Monterrey, en los límites de Nuevo León y Coahuila. 

Parte de este trabajo fotográfico se publicó originalmente en La Jornada, puede consultarlo aquí:  

https://www.jornada.com.mx/2005/10/29/index.php?section=espectaculos&article=a10n1esp

Fotos: © José Carlo González

Culto a el Niño Fidencio en Espinazo, Nuevo León, octubre de 2005. Miles de creyentes del Niño Fidencio acuden a este pequeño poblado en busca de una alternativa de salud. Las cajitas o depositarios de los poderes de curación del Niño Fidencio realizan diversos ritos para tratar de sanar a los asistentes al lugar. Foto: José Carlo González

CONTACTO

Facebook: josecarlo99

Twitter: @josecarlo99

Instagram: @josecarlogonzalez

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